Se había hecho demasiadas ilusiones, y contaba con que el tiempo no pasaría tan rápido como al final lo hizo. Sabía como era el asunto, un día te levantas y es navidad, y al día siguiente ya es el Independence Day. Veinte años en un estornudo, y la gloria está siempre un centímetro más allá. Su trabajo – al principio temporal – de camarero, tardó diez años en asumir su carácter de permanente. Los cuarenta y cinco lo encontraron aferrado a las mismas viejas promesas, la bandeja como escudo, su sonrisa como arma. A pesar de todo, el golpe de suerte sigue sin llegar.
Por las tardes redacta discursos de agradecimiento, ensaya sonrisas tímidas y respuestas graciosas. El espejo le hace entrevistas y la biblioteca le aplaude las monerías. Y a la noche, el metro lo pasea por los laberintos de la ciudad, mientras él imagina coreografías con el ruido de las ruedas y vías, y descubre la gracia de las cabezas que se balancean al ritmo de las curvas, como los gatitos de los taxis. La frente contra su reflejo en el vidrio del tren, con las paredes negras, las tuberías y las salidas de emergencia de telón de fondo. Cada cincuenta metros “Emergency exit”. Es un cartel blanco con letras rojas, y un hombrecito dibujado que corre escaleras arriba.
They say the neon lights are bright on Brodway / Dicen que las luces de neón brillan en Broadway
They say there’s always magic in the air / Dicen que siempre hay magia en el aire
But when you’re walkin’ down the street / Pero cuando vas por la calle
And you ain’t have enough to eat / Sin haber comido lo suficiente
The glitter rubs right off and you’re nowhere / El brillo se descascara y te encuentras en el medio de la nada
soy una estrella de Broadway