31 de octubre de 2008

Veni, vidi, video # 030 Bob Dylan

–Judas!
–I don't believe you. You're a liar!
And then he said to his band –play it fucking loud!



In 2004, Rolling Stone magazine declared "Like a Rolling Stone" the greatest song of all time, declaring, "No other pop song has so thoroughly challenged and transformed the commercial laws and artistic conventions of its time."

Previously in VideoViernes: David Bowie, Absolute Beginners

24 de octubre de 2008

Veni, vidi, video # 029 David Bowie

Algunas veces cuando no estás... me desvelo a mitad de la noche, cuando ya no hay ni luna, ni luces, ni faroles de autos; cuando los colores se apagan y dejan dormir a las cosas.

Miro por las rendijas de la persiana y veo el parque negro –el que de día es color otoño– y por la ventana entreabierta entra el olor de las hojas caídas.

Dejo el silencio de la habitación y –sin encender ninguna luz– me escabullo hasta el living; me gusta como flota el silencio en la oscuridad, y el ruido tibio de mis pies contra el frío crocante del piso.

A esa hora ridícula de la noche pienso en las cosas más extravagantes y divertidas; me siento en el sillón más negro –el que de día es naranja– y no me hace falta cerrar los ojos, porque todo el salón tiene los ojos cerrados.

With eyes completly open

Me quedo un rato largo sumergida en esa acústica perfecta, nadando en la imprevisible fertilidad de la nada, hasta que aparecen los primeros rayos de luz.

Y cuando el ruido de afuera conquista mi burbuja –el camión de la basura, el ritmo del ascensor, el murmullo creciente de la autopista– empiezo mi día contenta, o vuelvo a la cama y duermo plácidamente, porque se que estás a una noche más cerca de mi.




Previously in VideoViernes: Siouxie and the Banshees, Dear Prudence

19 de octubre de 2008

He'll be back in ten dodos






Dear Saudi Arabia, could you please give me Andy back?
Dear time, could you please be kind and pass extra fast for the next two weeks? Don't forget to set back to slow mode after A. arrives!

17 de octubre de 2008

Veni, vidi, video # 028 Siouxie and the Banshees

Defino por contraste. Si todo esto fuera aquello y aquello fuera al menos un poco como yo igual cambiaría mi cableado, y me convertiría en simpatizante de lo otro; quizás sería abanderada de la primera ola, y hasta eventualmente la más fiel.

Mira alrededor
dime lo que hay...

Algo de mi no podría existir, sin el espejo travieso que advierte lo que no soy, o algo por el estilo...

Ecuación compleja de lo que me rodea síntesis impensable de elementos vecinos; todo me afecta. Y a la vez, la idea ingenua de que en mi universo soy el sol el centro, la gravedad, creadora única, absoluta responsable.

Mira alrededor
y ven a jugar with me.





Previously in VideoViernes: Vitalic by Pleix

13 de octubre de 2008

Segovia / Everywhere




en las ciudades y en los campos
en las chacras, en los restaurantes, en los bares, en la puerta de las casas, en la orilla de todos los ríos, en los parques, al final de las correas, sueltos con las orejas al viento, ladradores, callados, saltarines, remolones, vagos, hiperquinéticos, relajados, simpáticos, malhumorados, blahhh blahhh blahhhh blahhhh...

10 de octubre de 2008

Veni, vidi, video # 027 Vitalic by Pleix

Chiens insurgés
défient le rythme
la loi universelle de la gravité
et la classification des animaux d' Aristote

Pleix insurmontables,
ils défient tout



Merci Iván!

7 de octubre de 2008

Sky 2

Alma, Canada


Düsseldorf, Alemania


Desbiens, Canada


Chambord, Canada


Vilanova i la Geltrú, España


París, Francia

5 de octubre de 2008

Sky

Estambul, Turquía


Quebec, Canadá


Segovia, España


Quebec, Canadá


Espacio aéreo sobre algún lugar de Francia

3 de octubre de 2008

Veni, vidi, video # 026 Vivaldi Invierno
Allegro non Molto

La primera vez que la vi fue en el velorio de Carlota; apareció desde atrás de una cortina de terciopelo, vestida de violeta y con un sombrero de los años 40. Dio un par de vueltas solemnes por la sala, y seguido fue hacia el cajón; lo acarició con un gesto tan melodramático que se le escapó una brevísima carcajada. Los demás presentes se callaron al unísono y giraron sus unánimes cabezas hacia ella, como radares si acaso un ovni perdido entrara en el espacio terrestre. Yo la miraba desde el principio, y continué mirándola mucho después de que todos volvieran –también al unísono– a sus murmullos falsamente condolidos. A pesar de sus gestos escenográficamente afectados y desfachatadamente burlones, se notaba que ella sí estaba triste, y por solidaridad –o porque era linda– me entristecí.

Afuera hacía un calor de leyenda y adentro un frío glaciar, probablemente debido a un exagerado ajuste del aire acondicionado, aunque yo tenía mis sospechas de que el frío salía directamente del cajón. La chica de violeta era, hasta el momento, la única que se había acercado a ver a la muerta. Algo bastante raro porque el único atractivo de un velorio es justamente ir y mirar fijamente al muerto para ver si se mueve; ó tocar su cara marmórea; ó tratar de distinguir los lentos cambios a través de las horas, casi al mismo tiempo que se van muriendo las flores... también al unísono.



La chica de violeta daba vueltas por la sala sin hablar con nadie y sin que nadie le hablara, y yo, que no podía dejar de mirarla de golpe intuí su secreto y me sobresalté. Ella, que en ese momento caminaba hacia la otra punta de la inmensa sala, se detuvo en seco, giró lentamente su cabeza y parte de su torso hasta dar con mi mirada. En ese momento los murmullos crecieron y la sala se llenó –físicamente– de un ruido insoportable, y a pesar de que ella estaba a unos 15 metros, vi su cara –sólo su cara– aproximarse como si fuera a través del zoom de una cámara cinematográfica. Creo que perdí el conocimiento, ó la memoria, ó unos cuantos minutos de la noche, no se exactamente qué, pero algo perdí. Recuperé la conciencia cuando el taxista me preguntó adonde iba. Estaba bastante lejos de la funeraria y por lo visto acababa de subir al taxi, pero no tengo ningún recuerdo de lo que pasó en el medio.

Seis meses después, durante el día más crudo del invierno, volvía de la tintorería y al doblar en la esquina de casa me choqué –físicamente– con ella. Estaba parada en el medio de la vereda, bastante desabrigada y quieta como un poste. Yo tenía mis aparatosos auriculares Bose puestos, pero ella no se hizo ni cargo y me habló como si nada. A pesar de la música a todo volumen, se que me dijo sin ninguna sorpresa “Hola, ¿cómo estás? Soy Clara, nos vimos en el velorio de mi abuela. ¿Te acuerdas de mi?

Continuara... (algún día)