26 de septiembre de 2008

Veni, vidi, video # 025 Ryuichi Sakamoto

Estuve ocho veces. Nunca por gusto, ni por obligación; ni mucho menos por necesidad. Fue más bien por casualidad, que es una de las leyes físicas más regulares en mi vida. Con tantos sitios a los que me gustaría ir, el desorientado azar me lleva siempre al mismo...

Allí, me pasaron ocho cosas inauditas; la más inaudita de todas –y no la cuento entre las ocho– es que partiendo siempre desde el mismo sitio, llegué allí por ocho caminos diferentes. Y si bien todos tienen exactamente la misma longitud, todos son perfectamente distintos entre si. Y cuando digo perfectamente, lo que quiero decir es que no hay nada en uno que se repita en el siguiente. Así que ya ves, hay por lo menos ocho paisajes y ocho maneras de llegar a ese lugar y eso, por si solo, es cuando menos inaudito. ¿no te inaudita?

Y el detalle...

La primera vez una cacatúa vino volando hacia mi y se sentó en mi hombro; y sin la presencia de testigos que afirmen lo contrario juro que me dijo “Merry Christmas Mrs. Cute”....

La segunda vez vi a una mujer idéntica a mi madre, con su misma voz y su misma ropa. Y como mi mamá está muerta al principio pensé que era un fantasma –esa hubiera sido una explicación tantísimo más lógica– pero luego me di cuenta –aturdida– de que no era ella, que era otra.

La tercera vez todo estaba en blanco y negro; la cuarta los rascacielos eran de papel; la quinta una canción preciosa a la derecha repetida por un eco frío y gutural desde atrás; la sexta toda la gente vestía igual, comía lo mismo, presumía la misma voz, compartía gestos y tenía el mismo corte de pelo; la séptima era primavera a la mañana, otoño al mediodía, verano a la tarde e invierno a la noche.

Pero la más exasperante fue la octava... La gente caminaba hacia atrás y hablaba al revés, ¡completamente al revés! Aún así había una sensación de progreso a contrapelo bastante contradictoria e inquietante.

Las leyes físicas estaban revolucionadas. La única que insistía en mantener sus formas era la ley de gravedad, que es la más conservadora de todas y creo, la más dificil de engañar. Y la más enloquecida, totalmente descorcertante y dictatorial era la ley de inercia, que no se ponía de acuerdo con si misma y hacía que todo objeto detenido comenzara a moverse, y seguido, que todo objeto en movimiento tendiera a detenerse. Una ley esquizofrénica si las hay.

Esclava de esa inercia caprichosa durante quién sabe cuánto tiempo, un día –no hace mucho– llegué a los límites de su corrupto espacio y escapándome a rastras de su delirio volví al dominio de la otra, la de toda la vida. En ese límite, durante unos centímetros, durante los pocos segundos que toma el traspaso de poderes, sentí la ausencia total, el vacío, la anarquía de lo que –imagino– llamamos libertad.




Previoulsy in VideoViernes: Cocorosie, Terrible Angels

21 de septiembre de 2008

Olimpus Dogs in Utopia

In Greece dogs (as do cats) belong to the street. I guess nowadays they are Greek Gods... You can see them everywhere wandering around together, plotting their daily pranks, or just avoiding the worst heat of the afternoon in the coolest shade. Barking to the unaware passing cars is mandatory but half hearted. Everybody feeds them, loves them, lets them live their own odyssey across the big garden of the public arena. Every dog belongs to everyone, and everyone belongs to every dog.

19 de septiembre de 2008

Veni, vidi, video # 024 Cocorosie

Ya en el ascensor pones algo de música
Dos escalones, y tarareas
Portería y saludas
Restaurante y te distraes
Parque y te das cuenta de cómo cambian ya los colores
Deduces otoño
Cruzas la calle y cuidas tu derecha y tu izquierda juiciosamente
Galería y te preguntas si vale la pena quitarte los lentes de sol
Doblas y esquivas mesas
Bajas las escaleras (22 escalones)
Calle cortada y piensas que deberías anotarte en un gimnasio
Pequeño boulevard y bostezas
Arturo Soria hacia el norte…

Unos trescientos metros de:
Edificios idénticos al tuyo
Árbol, por quinientos
Banco de plaza, ocupado
Parada de autobuses, vacía
Kiosco de revistas, cerrado
Farmacia, fijas tu vista en otro lado
Perfumería, estornudas
Cuentas siete perros, siete correas, catorce amos
Cruzas la avenida, siempre en el semáforo
Ya en el Metro escalones, o escalera mecánica, o ascensor; cuentas los escalones mientras desciendes…
No deduces nada

Andén del medio, miras automáticamente el mapa
Esperas unos dos minutos, cinco si es fin de semana
Once estaciones pasan casi instantáneamente,
Aún anestesiada sales a la superficie y compruebas que nada ha cambiado, salvo los edificios
Esperas que M esté en su casa, pero sobre todo esperas que no se nuble
Sino, caminas por cada centímetro de la ciudad buscando algo que nunca encuentras
Piensas en muchísimas cosas a la vez, ninguna en profundidad
Piensas en muchísimas cosas a la vez, ninguna en profundidad
Piensas en muchísimas cosas a la vez, ninguna en profundidad
Deduces neurosis, pero rebobinas la cinta
Repites una y otra vez la misma canción esperando que en algún momento te canse; pero nunca lo hace




Previously in VideoViernes: Joe Dassin, Et si tu n'existais pas

18 de septiembre de 2008

Parichiens











Sont toujours là les chiens, peu imports la ville, ils sont toujours a coté de nous. À Paris, tout le monde en a… Les riches, la classe moyenne, et même le monde qu’habite dans la rue ont plusieurs.

Están siempre ahí los perros, poco importa la ciudad, siempre cerca. En París todo el mundo tiene uno... Los ricos, la clase media, y hasta los mendigos tienen varios.

12 de septiembre de 2008

Veni, vidi, video # 023 Emergency VV

Te has comunicado con el blog de Mariana; en este momento no puedo atenderte pero te mando saludos socarrones desde París. Y ya que estamos por la zona, te dejo otra francesada. Por favor deja tu mensaje después del video.



Previously in VideoViernes: Serge Gainsbourg, Je suis venu te dire que je m'en vais.

5 de septiembre de 2008

Veni, vidi, video # 022 Serge Gainsbourg

Irónicamente se sentaron en el único banco que se ve desde la ventana de mi oficina. Hablaron como una hora, ella movía mucho las manos y él permanecía sentado con los antebrazos apoyados en la falda y la mirada perdida en el piso, cada tanto dibujaba un no incrédulo con la cabeza. Contra todos los pronósticos era una tarde de sol radiante –calculé fríamente que ese clima poco nostálgico jugaba a mi favor; pero por otro lado me dio pena que la gente pasara a su lado con ese aire despreocupado de día de verano en pleno otoño, desparramando sobras de felicidad light.

Désolée, mais elle est venu te dire qu'elle s'en va...




Se despidieron como si nada, él ni siquiera se paró. Se quedó sentado mirándola mientras se alejaba y luego mirando al vacío, inmóvil durante unos buenos cuarenta y cinco minutos. Él sentado mirando la nada, y yo escondida espiándolo a él.

A eso de las tres volvió Little Miss Boho, y tal como yo esperaba se vino directo a mi oficina a contarme todos los detalles de su culebrón disfrazado de Indie film. Cerró la puerta y sin ni siquiera decir hola empezó a reproducir toda la conversación con un tono afectado que me subleva. Paciencia. Yo echaba más leña al fuego –no fuera cosa que se arrepintiera. Con hurras y bravos, bombos y platillos, adornaba y enaltecía todos sus argumentos de niña wannabe bobo. Y mientras ponía en escena mi complicidad pensaba cuánto debería esperar para empezar a mover mis fichas. Hice algunas cuentas al voleo... prometedor, no más de cuatro meses. Luego pensé que él seguramente necesitaría una buena amiga, y sonreí imperceptiblemente.


Previously in VideoViernes: Tita Merello, Se dice de mi

2 de septiembre de 2008

Osos galore

“Los osos, los osos, dónde están los osos (…)” repetíamos Sandra y yo, con los brazos en posición alitas de pollo y los ojos desorbitados. La anarquía de nuestros pasos rápidos y nerviosos erosionaba tramos del sendero sin piedad; y nuestra palpable ansiedad se desparramaba por el césped.

Los niños nos miraban con sus tontas boquitas abiertas y cierto aire de desaprobación; seguramente nos veían como unas usurpadoras de la atención que naturalmente se les dedica a ellos en estas arenas; o se creerían con más derecho al protagonismo del escándalo. O quizás simplemente creyeron que éramos de una raza de monos desconocida, parte del elenco del zoológico…

Pero a Sandra y a mi no nos importaba, porque en algún lugar no muy lejos de allí estaban los osos, y nosotras teníamos nuestras cámaras, y para mejor, por los altavoces anunciaban que en breve les darían la comida…









La pasamos tan bien ese día. Después de la primera, a los osos los vimos unas quinientas veces más. Simios asiáticos luego osos. Osos comunes pero volvamos un ratito a los osos; guepardos luego osos; linces nuevamente osos; tren salvaje con millones de ciervos de Virginia y osos encore; almuerzo osos; baño osos; nos vamos, pero antes vayamos a los osos, etc.

Los osos polares también gustan de la repetición; una vez que están adentrados en una actividad la repiten y repiten y repiten a un ritmo pachorro y apaciguador. Es hipnotizante verlos nadar hacia el vidrio, empujarse con sus patitas hacia atrás, girar, nadar hacia el vidrio, empujarse con sus patitas hacia atrás, girar, nadar hacia...

+ osos et plus